Casa Real, el hotel patrimonial de viña Santa Rita
Una capsula del tiempo, de un pasado majestuoso de Chile de fines del siglo XIX. Esa sensación queda luego que se traspasa el umbral de Casa Real, una casona patronal de estilo pompeyano que el político y empresario chileno, fundador de viña Santa Rita, Domingo Fernández Concha, mandó a construir como residencia de veraneo y que estuvo terminada en 1880.
Por eso, unas parras son las encargadas de dar la bienvenida a los huéspedes de este recinto que se convirtió en alojamiento en 1992. Una vez que se cruza el antiguo portón de madera comienza la experiencia que tiene un halo de historia. Y no es para menos, considerando que el inmueble fue declarado Monumento Histórico en 1971 y que allí vivió el poeta Vicente García Huidobro y su familia.
Si bien tiene más de un centenar de años de historia, esta edificación se encuentra conservada muy bien, tras ciertas intervenciones y mejoras, por lo que lo antiguo convive casi de forma desapercibida con lo moderno. Su decoración también es muestra de eso. Las lámparas de lágrimas, tapices, cuadros y roperos que se encuentran en las tres salas de uso común y en el comedor, dan la sensación de estar en otra época, siendo espacios ideales para compartir o sentarse a leer.
La misma aura tiene la Sala del Obispo, destinada a reuniones y equipada para eso, y la sala de juegos, donde se encuentran diversos elementos para el entretenimiento del pasajero, entre ellos, una mesa de billar, enviada por Domingo Fernández Concha desde Inglaterra, y un piano.
Pero hay más, pues el proyecto contempla una capilla neogótica, a un costado de la casona, que el arquitecto alemán Teodoro Burchard terminó de construir en 1885. Actualmente, está abierta todo el día y durante el año se ofician algunas misas y se realizan eventos musicales. A unos escasos metros, hay una gruta coronada con una imagen de la virgen, donde la familia García Huidobro ponía algunas placas agradeciendo los favores concedidos.
Sin duda otro de los grandes atractivos de este lugar son sus espectaculares jardines, los que tienen una impronta europea, y que fueron diseñados por Guillermo Renner. Árboles, arbustos, flores bien cuidadas, una laguna con cisnes de cuello negro y estatuas de estilos italianos, franceses e ingleses –algunas de ellas originales, pero no únicas, del Museo de Orsay, en Francia- son parte de este paisaje que transmite majestuosidad y tranquilidad. A todo esto, se suma unos increíbles baños romanos, recinto para ir a buscar un minuto de lectura y paz. Para refrescarse, está una piscina rodeada de un verde paisaje, justo a un costado de una sala de gimnasio con unas cuantas máquinas.
Por toda su historia y arquitectura, es que además del hotel, la capilla y los jardines también fueron nombrados Monumento Nacional, lo mismo que la antigua casona roja que es parte de la viña y que se encuentra fuera, pero a pocos metros de las instalaciones del hotel, pues en ese lugar Paula Jaraquemada refugió al general Bernardo O’Higgins y a 120 de sus soldados después de combatir contra las fuerzas españolas, hecho que le dio el nombre a uno de los vinos más clásicos de Santa Rita: 120.
Además de los atractivos que posee Casa Real, los huéspedes tienen muchas otras actividades para hacer, a las que también pueden acceder las personas que van por el día a la viña. Entre ellas están los diversos tours que ofrece Santa Rita y la entrada gratuita al Museo Andino, creado con la colección personal que donó el empresario Ricardo Claro, que consta de unas 3.000 piezas de arte precolombino de los más variados tipos, que van desde vasijas hasta textiles, pasando por trabajos en madera y en oro.
:: HABITACIONES ::
Casa Real cuenta con 16 habitaciones, de las cuales 11 son estándar y 5 son suite. Todas poseen ese espíritu de casona antigua, lo que no sólo se refleja en sus pisos de madera y techos altos, sino también en sus muebles y su recatada decoración. Además, son amplias y luminosas, y suelen estar conectadas por puertas, lo que hace más cómoda la estadía cuando se trata de familias o grupos.
Las camas son confortables y gracias a sus cortinas se logra una oscuridad totalidad en la habitación, por lo que el descanso se hace más fácil. Las sábanas cuentan con un bordado que dice Casa Real, detalle que le da un toque a la estadía, lo mismo que el vino de regalo que espera en la habitación.
Todas cuentan con un baño privado, los que han sido renovados recientemente, por lo que tienen un toque más moderno, sin desentonar con el concepto. También son amplios y cómodos, con una ducha bastante buena y unos amenities creados por Santa Rita, es decir, están hechos con productos relativos a la uva y el vino. Es así como hay un jabón, exfoliante y una crema de Cabernet Sauvignon con un aroma cautivante.
Las habitaciones cuentan con un living, algunos de los cuales tienen vista a los increíbles jardines, siendo un espacio que invita a compartir o a disfrutar de un libro con una increíble panorámica.
:: GASTRONOMÍA ::
El día comienza con un amplio bufet en el que la fruta, los cereales, los yogurs y los huevos preparados de distintas formas no podían faltar. Estos sabores se disfrutan en el comedor interior o, si se pide, en la terraza con vista a los hermosos jardines.
Allí mismo es donde se puede compartir durante la tarde algunos vinos de la viña, además de destilados y cocktails elaborados con productos pertenecientes a su portafolio, como es el caso del Aperol. Esta experiencia se puede enriquecer con algunos appetaizer: un terso puré de palta y centolla o un envolvente crème brûlée de queso de cabra con pesto de nuez y pistacho.
Llega la noche y los huéspedes pueden deleitarse con delicados y cautivadores sabores desarrollados por el chef argentino Federico Ziegler, quien llegó a mediados de agosto a darle un nuevo enfoque a la cocina, teniendo cartas diferenciadas al almuerzo y la cena. El espíritu de sus creaciones se basa en la utilización de productos frescos, tanto del mar como de la tierra, tratados con técnica e ingenio. Obviamente, hay un foco en el maridaje, pero también en que el vino sea parte de las preparaciones, dado que lo importante es potenciarlos, por eso, en esta nueva carta se trabajó muy de cerca con los enólogos.
Un buen Pulpo tibio con una ensalada fresca y una base de ají amarillo; un sabroso Asado de tira con salsa de vino Floresta, verduras asadas y papas nativas; o un entretenido Durazno asado con helado de pistacho y reducción de Late Harvest Santa Rita y vainilla son algunas de las opciones que pueden llegar a la mesa en una vajilla que tiene estampado el escudo de la familia.
Cuando se trata de grupos, como corporativos, se puede desarrollar una propuesta gastronómica especial, previa reserva y coordinación.
Para quienes deseen disfrutar de la viña y el museo, una opción es comer en el restaurante Doña Paula, que se caracteriza por una cocina enjundiosa, con tintes caseros, que es maridada con las cepas de Santa Rita. Lo primero que revela ese estilo es su empanada de cortesía hecha en el lugar y su pebre. Para comenzar, hay, por ejemplo, un buen Carpaccio de salmón, un sabroso Tártaro de atún o unos geniales Camarones apanados con Salsa Tártara. Un suculento Osobuco Salsa Merlot puede ser el siguiente paso, o bien, unas pastas o recetas con aves o pescados. Los postres están para un buen broche, como es el caso del goloso Ponderación con Helado, que viene con una masa crocante en espiral, salsa de toffe y helado.
También hay una cafetería donde se puede comprar productos al paso o, durante el almuerzo, platos caseros, pero más sencillos. Con toda esta oferta, el pasajero tiene una amplia gama de alternativas, formatos y precios para elegir dependiendo de la actividad del día y sus antojos. En definitiva, sabores para todos los gustos y momentos.
:: CONCLUSIÓN ::
El Hotel Casa Real es un lugar sorprendente y encantador, que invita a la desconexión y la tranquilidad. Dentro de sus principales encantos está esa impronta dejada por años de historias. Además, este alojamiento cuenta con muchas otras actividades relacionadas al vino y la cultura, que pueden mantener aún más cautivado al huésped, haciendo que su estadía sea mucho más completa.
Por todas sus características, es idóneo para realizar actividades de empresa, para turistas, amantes del vino, quienes quieran desconectarse, para santiaguinos que deseen una escapada de fin de semana, familias y para parejas que buscan un lugar romántico para vivir una experiencia que, de seguro, será inolvidable.
Texto: Loreto Oda
Si bien tiene más de un centenar de años de historia, esta edificación se encuentra conservada muy bien, tras ciertas intervenciones y mejoras, por lo que lo antiguo convive casi de forma desapercibida con lo moderno. Su decoración también es muestra de eso. Las lámparas de lágrimas, tapices, cuadros y roperos que se encuentran en las tres salas de uso común y en el comedor, dan la sensación de estar en otra época, siendo espacios ideales para compartir o sentarse a leer.
La misma aura tiene la Sala del Obispo, destinada a reuniones y equipada para eso, y la sala de juegos, donde se encuentran diversos elementos para el entretenimiento del pasajero, entre ellos, una mesa de billar, enviada por Domingo Fernández Concha desde Inglaterra, y un piano.
Pero hay más, pues el proyecto contempla una capilla neogótica, a un costado de la casona, que el arquitecto alemán Teodoro Burchard terminó de construir en 1885. Actualmente, está abierta todo el día y durante el año se ofician algunas misas y se realizan eventos musicales. A unos escasos metros, hay una gruta coronada con una imagen de la virgen, donde la familia García Huidobro ponía algunas placas agradeciendo los favores concedidos.
Sin duda otro de los grandes atractivos de este lugar son sus espectaculares jardines, los que tienen una impronta europea, y que fueron diseñados por Guillermo Renner. Árboles, arbustos, flores bien cuidadas, una laguna con cisnes de cuello negro y estatuas de estilos italianos, franceses e ingleses –algunas de ellas originales, pero no únicas, del Museo de Orsay, en Francia- son parte de este paisaje que transmite majestuosidad y tranquilidad. A todo esto, se suma unos increíbles baños romanos, recinto para ir a buscar un minuto de lectura y paz. Para refrescarse, está una piscina rodeada de un verde paisaje, justo a un costado de una sala de gimnasio con unas cuantas máquinas.
Por toda su historia y arquitectura, es que además del hotel, la capilla y los jardines también fueron nombrados Monumento Nacional, lo mismo que la antigua casona roja que es parte de la viña y que se encuentra fuera, pero a pocos metros de las instalaciones del hotel, pues en ese lugar Paula Jaraquemada refugió al general Bernardo O’Higgins y a 120 de sus soldados después de combatir contra las fuerzas españolas, hecho que le dio el nombre a uno de los vinos más clásicos de Santa Rita: 120.
Además de los atractivos que posee Casa Real, los huéspedes tienen muchas otras actividades para hacer, a las que también pueden acceder las personas que van por el día a la viña. Entre ellas están los diversos tours que ofrece Santa Rita y la entrada gratuita al Museo Andino, creado con la colección personal que donó el empresario Ricardo Claro, que consta de unas 3.000 piezas de arte precolombino de los más variados tipos, que van desde vasijas hasta textiles, pasando por trabajos en madera y en oro.
:: HABITACIONES ::
Casa Real cuenta con 16 habitaciones, de las cuales 11 son estándar y 5 son suite. Todas poseen ese espíritu de casona antigua, lo que no sólo se refleja en sus pisos de madera y techos altos, sino también en sus muebles y su recatada decoración. Además, son amplias y luminosas, y suelen estar conectadas por puertas, lo que hace más cómoda la estadía cuando se trata de familias o grupos.
Las camas son confortables y gracias a sus cortinas se logra una oscuridad totalidad en la habitación, por lo que el descanso se hace más fácil. Las sábanas cuentan con un bordado que dice Casa Real, detalle que le da un toque a la estadía, lo mismo que el vino de regalo que espera en la habitación.
Todas cuentan con un baño privado, los que han sido renovados recientemente, por lo que tienen un toque más moderno, sin desentonar con el concepto. También son amplios y cómodos, con una ducha bastante buena y unos amenities creados por Santa Rita, es decir, están hechos con productos relativos a la uva y el vino. Es así como hay un jabón, exfoliante y una crema de Cabernet Sauvignon con un aroma cautivante.
Las habitaciones cuentan con un living, algunos de los cuales tienen vista a los increíbles jardines, siendo un espacio que invita a compartir o a disfrutar de un libro con una increíble panorámica.
:: GASTRONOMÍA ::
El día comienza con un amplio bufet en el que la fruta, los cereales, los yogurs y los huevos preparados de distintas formas no podían faltar. Estos sabores se disfrutan en el comedor interior o, si se pide, en la terraza con vista a los hermosos jardines.
Allí mismo es donde se puede compartir durante la tarde algunos vinos de la viña, además de destilados y cocktails elaborados con productos pertenecientes a su portafolio, como es el caso del Aperol. Esta experiencia se puede enriquecer con algunos appetaizer: un terso puré de palta y centolla o un envolvente crème brûlée de queso de cabra con pesto de nuez y pistacho.
Llega la noche y los huéspedes pueden deleitarse con delicados y cautivadores sabores desarrollados por el chef argentino Federico Ziegler, quien llegó a mediados de agosto a darle un nuevo enfoque a la cocina, teniendo cartas diferenciadas al almuerzo y la cena. El espíritu de sus creaciones se basa en la utilización de productos frescos, tanto del mar como de la tierra, tratados con técnica e ingenio. Obviamente, hay un foco en el maridaje, pero también en que el vino sea parte de las preparaciones, dado que lo importante es potenciarlos, por eso, en esta nueva carta se trabajó muy de cerca con los enólogos.
Un buen Pulpo tibio con una ensalada fresca y una base de ají amarillo; un sabroso Asado de tira con salsa de vino Floresta, verduras asadas y papas nativas; o un entretenido Durazno asado con helado de pistacho y reducción de Late Harvest Santa Rita y vainilla son algunas de las opciones que pueden llegar a la mesa en una vajilla que tiene estampado el escudo de la familia.
Cuando se trata de grupos, como corporativos, se puede desarrollar una propuesta gastronómica especial, previa reserva y coordinación.
Para quienes deseen disfrutar de la viña y el museo, una opción es comer en el restaurante Doña Paula, que se caracteriza por una cocina enjundiosa, con tintes caseros, que es maridada con las cepas de Santa Rita. Lo primero que revela ese estilo es su empanada de cortesía hecha en el lugar y su pebre. Para comenzar, hay, por ejemplo, un buen Carpaccio de salmón, un sabroso Tártaro de atún o unos geniales Camarones apanados con Salsa Tártara. Un suculento Osobuco Salsa Merlot puede ser el siguiente paso, o bien, unas pastas o recetas con aves o pescados. Los postres están para un buen broche, como es el caso del goloso Ponderación con Helado, que viene con una masa crocante en espiral, salsa de toffe y helado.
También hay una cafetería donde se puede comprar productos al paso o, durante el almuerzo, platos caseros, pero más sencillos. Con toda esta oferta, el pasajero tiene una amplia gama de alternativas, formatos y precios para elegir dependiendo de la actividad del día y sus antojos. En definitiva, sabores para todos los gustos y momentos.
:: CONCLUSIÓN ::
El Hotel Casa Real es un lugar sorprendente y encantador, que invita a la desconexión y la tranquilidad. Dentro de sus principales encantos está esa impronta dejada por años de historias. Además, este alojamiento cuenta con muchas otras actividades relacionadas al vino y la cultura, que pueden mantener aún más cautivado al huésped, haciendo que su estadía sea mucho más completa.
Por todas sus características, es idóneo para realizar actividades de empresa, para turistas, amantes del vino, quienes quieran desconectarse, para santiaguinos que deseen una escapada de fin de semana, familias y para parejas que buscan un lugar romántico para vivir una experiencia que, de seguro, será inolvidable.
Texto: Loreto Oda